lunes, julio 30, 2012

Silencio

Me acuesto en el sillón para levantar la pierna. Bien dijo el chiquillo guapo de la librería que había que romperse un pie para leer, citando, según él, a Proust. Gracias a Dios que no tenía yo 17  y que a mis diecisiete años no sabía lo que sé ahora por que me le hubiera abalanzado a besos aunque no hubiera podido encontrar su cita del escritor.

Me acurruco en el sillón y me pongo a leer el libro que mi abuela leía hace dos semanas. Apenas percibo como ella pasa las páginas en el sillón contiguo. He dejado las ventanas grandes abiertas y  escucho pasar el aire... a veces un trino de pájaro, a veces el ladrido de un perro o el bramido de borrego que pasa por la calle de abajo, esa que dicen mis vecinas que en la revolución colgaban a los muertos.
Puede que sea el viento o puede que sean los susurros de la gente que quedó en esa calle contigua a la casa, pero el susurro armonioso de todos esos sonidos hizo que Chabela se quedara dormida. Lo advertí al ya no sentir el pasar de la hojas de su libro ni sus comentarios ocasionales sobre la historia que lee.

Estando ahí en el silencio de las palabras habladas me siento como si no pudiera estar en un mejor lugar, como si el silencio de la presencia de mi abuela fuera el remanso de todo lo que no hace falta.

Tengo en las manos una ansiedad que no atina a quedar en paz ni después de ponerlas a hacer todas las tareas que se me ocurren.
Tengo ganas de susurrarte en un oído esa palabra que me sale del alma pero que se bien, se me origina en el vientre y me hace cosquillas hasta que me sale por la boca.
Tengo ganas de que seas tú el que me lea en la cama antes y después de hacer el amor, de que me abraces por la espalda y te quedes dentro de mi aún después de haber terminado, silente y yo escuchar tu silencio sin ansiedad de que sea llenado, casi sin escucharle como cuando yo misma estoy llena de sonido y de paz a la vez por que se me han juntado todos los pensamientos unísonos y al mismo tiempo.

miércoles, julio 18, 2012

Pendientes

Escribo con la bendita lluvia lamiéndo las ventanas y agradeciendo el silencio que se siente en éste rincón de pedacito de cielo que es el único lugar al que he llamado casa.

Llevo meses queriendo expiar demonios y han habido días donde se ha recrudecido esa necesidad. Hoy es uno de ellos. Tal vez es la humedad y el frío que recala en los huesos y sube en borbotones hasta el alma. Tal vez los borbotones pugnan por salir y se arremolinan en los ojos como único medio de escape. Tal vez se agiten dentro como si fuera una tormenta en el medio del mar y los barcos dentro -donde se guardan los recuerdos- se humedecen también y se desdibujan entre sal y un mar negro.
Tengo pendientes que no quiero ya guardarme dentro y que deseo escribir y al mismo tiempo quemar las palabras al aire y dejar ir... por eso escribo hoy así: como si fuera yo misma letras y mar oscuro, como si estuviera hecha de la mezcla de esa tinta borrada entre las olas y la sal.
La casa esta silente, sólo se escucha el ruido del refrigerador que la Sirena siempre identificó con el ruido del silencio por que de niña pensaba que así sonaba cuando el ruido de sus cuatro hermanos y del trajín interminable de su mamá hacían tregua y se callaban.

A la distancia se encuentra una señora de edad, leyendo un libro de transcurre en la segunda guerra mundial, su risita satisfecha de su lectura suena a veces rompiendo el silencio. Afuera se dibujan -verdes- los contornos de muchas plantas y muchos árboles y se escuchan los pájaros, de esos a los que Daniel quería arrancarles el pescuezo por que parecían detener el tiempo.

Los pensamientos parecen materializarse en el aire, la Sirena alcanza uno con su mano y se lo pone a ver, como si pudiera leerle las letras y las historias. Les agrega colores y sonidos y entreteje todos aquellos que se quedaron flotando en el aire cuando terminó de leer a la Mastretta. Abre la ventana rodando en la silla de ruedas Mustang que le prestó su hermana y el viento revuelve una a una las líneas que se han quedado pendientes de escribir y les imprime ese aire de vuelo que a veces hace que las palabras no caigan sobre el papel, pero se pierdan en el aire, en el bajo fondo de ese baúl que a veces es la memoria y que en ocasiones uno trastoca, sin ver, para encontrarse con los recuerdos que en realidad no pasaron como quedaron escritos ahí.

jueves, julio 12, 2012

Stockholm, June 2012

La mar levanta de a poco la brisa y me lame la cara, espero el momento ideal para coger la caña y echarla al agua en busca de alimento, pero me detengo a ver los barcos pasar, o a detallar con mis mente los recovecos de los puentes que no alcanzoa ver con mis ojos. A veces, mientras cruzo la pierna me sujeto con las manos del barandal del muelle y cierro los ojos y sólo escucho entonces el golpetear de las olas contra los muelles, contra los barcos, contra los puentes...

Mal de amores

Maruchita, como Diego Sauri, llevaba mucho tiempo de perseguir su destino como para no saber que lo estaba encontrando.

domingo, julio 01, 2012

En casa de Lau (again)

Me dejo la sudadera por que en esta casa siempre hace frío, me meto a la cama y me quedo en silencio con el corazón contrito por la pésima elección de este día... Dicen que el pueblo tiene el gobierno que se merece y creo que es cierto. Es la primera vez que me meto a esta cama desde que vine a México contigo, cuando bromeamos que si ganaba Peña Nieto nos largábamos de este país que bajo ese gobierno terminaría por desmoronarse. Abro las cobijas y recuerdo a detalle las sensaciones de tu cuerpo entre mis piernas: tu humedad, tu sabor mezclado con mi olor dulzón y ese cabello revuelto que tanto me gustaba halar... Ya te has largado y yo preparare un camino para tambien hacerlo por que la devastación del PRI es inminente... Me acurruco en la cama que apenas cruje bajo el tenue movimiento de mis caderas que hoy no juegan, Hoy solo buscan acomodarse para dormir viendo la lluvia escurrir por la ventana...
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