viernes, febrero 27, 2009

Por casualidades de la vida, o lo que más bien yo llamaría las ocasiones maravillosas y mágicas donde los libros te hablan, me topé en Michigan con un libro de Edward Gorey, la verdad es que me llamó y me extendió sus páginas, me susurró al oído lo mucho que ansiaba tener el reflejo de mis ojos dentro y la caricia de mis dedos sobre su piel...
Estoy en el mood indicado para verlo y de fondo suena San Pascualito rey:
Levanta mis ojos del piso
recoge el cielo caído,
encuentra mis brazos torcidos,
también mis sueños heridos
Amarra las olas con hilos
mientras reparo mi alma,
hay que seguir el instinto
y no detenerse por nada...
...
aguanta la lluvia con todos tus dientes
y deja que el viento nos haga más viejos
...
Pascual Reyes

martes, febrero 10, 2009

adamall ut

Mientras pasaba mi dedo pulgar sobre el pabellón de tu oreja y le dibujaba grisáceos líquenes, tu llamabas al otro lado del mar; pasabas tu voz dibujándola en diminutas ondulaciones que al tiempo de su curvatura, se metían y salían del agua salada acariciando a las sirenas del viejo mundo.

Luego pasé a repasar tu cuello cubierto del polen amarillo de los huizaches en flor y olí cómo penetraba en tus poros y se hacía un aroma en ti.

Posé mis dedos en tus cejas y las despeiné llevándoles la contraria , dibujé el musgo de la sierra en ellas, para que la humedad del rocío de la mañana aclare tu vista y la cubra de transparencias.

Tu voz se tornaba cada vez más suave pues sentías las caricias de tus propias vibraciones que se colaban en reverberación en las comisuras de las sirenas.

Permanecías inherme, con las espinas ocultas tras la piel de biznaga y te dejabas tocar, como se dejan tocar las plantas bajo el sol, con los ojos cerrados, perdiendote en el vaivén de tu propia voz contra el agua, rozando con las yemas de los dedos las pequeñas burbujas, rompiéndolas, acompasando con su murmullo tus palabras.

El aire estaba ya impregnado de mar un poco antes de terminar la llamada. No había conciencia en ti de las palabras que salían de tu boca, pero salían como si la tuvieran y te dabas cuenta que la magia iba a terminar como si fueras a romper una pompa de jabón.

Olisqueaste el aire y lo acariciaste dentro de ti, cerraste los ojos y viste tu propia cara cubierta de caricias, de vida... y sin querer, pronunciaste un adiós, lo alargaste con tus notas submarinas diciendo -buenas noches- y rozaste por última vez en ésta noche la piel morena de las sirenas del nuevo mundo, besaste por última vez el aroma dulzón de las flores amarillas y, aún con los ojos cerrados, rompiste las últimas burbujas de la espuma del mar.

miércoles, febrero 04, 2009

Niebla

Estaba en el cerro y la niebla subía de apoco escalando despacio como lo haría un viejo, pero grácil, como lo harían los pies de un hada brincando entre las ramas de un árbol cubiertas de musgo.

Se cuela entre los pequeños resquicios que han dejado las piedras entre la tierra; etérea, roza el musgo húmedo dándole vida con su beso; húmeda lame las rocas dejándolas resbalosas, adormiladas...

Ávida de calor, se mete en mis pulmones y al besarlos se expande y no quiere salir más, me inunda e incesante va envolviendo mi cuerpo queriendo tomar mi calor. Me relame con su humedad, recorre mi piel con sus dedos dejando regalos que ha recogido de la tierra: me embarra de polen y llena de líquenes mis orejas, me deja un gusto de huizache en flor en la boca y me perfuma con las gotas que precipita de las flores que toca a su paso.

Celosa, disputa contra los rayos del sol por poseer ese mi calor y se hace espesa, se cierra y no deja a mi vista desviarse a algo que no sea ella cubriéndome, resguardando mis pestañas con su curiosa humedad que se condensa en gotas...
Me llena, no me deja ir y cubre mis ojos con su hermoso color de nube, colma mi vista de cielo...
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