lunes, agosto 30, 2010

"El que siente no presiente, y de tanto que sentía no sentí que te perdía"
Museo del Ferrocarril, SLP. Enero 2010.
De cierta manera es como si estuviera flotando... Mi cuerpo subía con el sueño que sólo es concedido una vez al mes. Esta vez no había planas que llenar, agendas que tachar, no había sino luz. Había, eso sí, compaces de piano y repiqueteo de dedos en la piel. No había nadie más que yo, pero tampoco había soledad. No había dolor, ni estrés, ni esa necesidad de que algo pase, de que algo cambie, de que digas algo. Creo que por primera vez en mucho tiempo, no había palabras, ni siquiera letras que hilvanar.... y con una bocanada de aire, me perdí en la luz

viernes, agosto 13, 2010

Scars are souvernirs you never loose... past is never far.

La lluvia cesó hace 5 minutos, pero los techos siguen goteando. No hay silencio por que el agua murmulla en su carrera hacia abajo.

Murmulla también el silencio de todos aquellos que se despidieron unos kilómetros atrás, aletea -azul- el sonido de abrazos y remolonea al aire.

La nostalgia pretende lavarse con la lluvia, pero parte se queda goteando y relamiendo las paredes que aún no se secan. El sol pasa suave sus dedos sobre el contorno de todas las cosas y esa nostalgia comienza a secarse. Sólo quedará la cicatriz.

lunes, agosto 09, 2010

Éste era un gato, que tenía los pies de trapo y la cola al revés... ¿quieres que te lo cuente otra vez?

En este momento te me apareces como una imágen en movimiento. Dejas un beso en mi mejija, me sonríes y te alejas... Te devuelvo la sonrisa y veo tu cara irse. Ahora la veo venir bajo el impulso de un swing.... ¿o será acaso que estas sobre las olas? tu ritmo es cadencioso, pero no veo el resto de tu cuerpo, sólo tu cara y me pregunto muchacho, qué será lo que te mece de esta manera.... Suavemente me haces caricias. Ahora el cabello, ahora dibujas los bordes de mi nariz.

Ahora me rodeas y besas mi cuello...

Si.

Creo que es un columpio.

-Cuéntame un cuento muchacho. Te digo mientras te alejas.

Me duevuelves el cuento con una sonrisa. De alguna manera entiendo el principio: trata de la gesta de un niño rojo. Su abuela fue presa por asistir a los mítines y el ambiente aún respiraba la estela que dejó el ché como la figura de una vida posiblemente mejor.

No sé que seguía por que el espacio entre esos ires y venires se fue haciendo más largo y las sonrisas más espaciadas. Era tanto esperar, que en los momentos de cercanía me perdía en esa sonrisa que se te levanta del lado izquierdo y dejaba de escuchar todas esas palabras que ya no decías. Empieza de nuevo muchacho, termina de contárme la historia, o para tu columpio o súbeme en él.

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