lunes, diciembre 29, 2008

Ayer me senté en esa banca en el jardín de Montecillo y vi pasar detrás de la iglesia a la eterna locomotora cargada que pasa y parece no terminar. Las pinceladas ardientes del sol también se esconden detrás de la iglesia como si todo terminara ahí detrás y fuera ahí mismo donde se encuentra la entrada oculta al labertinto de baldosas enmohecídas y de paredes húmedas. Sobre la banca ha empezado a alumbrar una lámpara con luz amarillenta como si quisiera preparar el escenario para una fotografía en sepia ahora que ha caído la noche. De la iglesia emana una música suave y acompasada, y el estridente volúmen no hace sino contrastar con la parsimonia de los acordes. La música me llama a intentar descubirir de donde emana. Me levanto despacio, mis pasos son cortos y armoniosos como la música que escucho y me acerco de a poco a la pared en la que hay una ventana y busco en la ventana la bocina que reproduce la música con fuerza, pero no le encuentro... la música se sigue oyendo álgida en ese punto. Como si la escena se congelara, yo levanto mi vista hacia el techo de la iglesia. Las notas musicales parecen hilos de viento gélido a mi alrededor y localizo el magnavox que vibra con cada nota y de él parecen salir las notas a borbotones, como si estuvieran anudadas en listones de viento... A su lado hay un vitral y algo me hace mirarlo en ese momento sin tiempo, en el que las notas me han envuelto por completo y sólo mi mirada se mueve a su antojo... Es ahí cuando te veo, cuando noto que el vitral de arte sacro tiene un hueco del tamaño de una piedra y yo identifico tu piedra y veo tu mano de niño que arroja la piedra después de misa, después de todas las misas de domingo y tu sigues rondando la iglesia como si no quisieras que se acabara ese domingo e ir a la escuela en la mañana del lunes. La arrojas con ese coraje de niño que no ve más allá de la roca de su mano y al escuchar la estridencia de los vidrios comprendes que tu mismo has puesto fin a tu domingo y te vuelves corriendo a tu casa. Te ví con esa cara de niño corpulento que sigue siendo niño a pesar de que su cuerpo le reclama otra condición, te vi en el momento de la estridencia de vidrios, sin cubrirte, sin miedo a que cayeran sobre ti, te vi la decepción de tener que huir, como si quisieras quedarte, pero con la resignación de tener que emprender el paso, te vi echar a andar a cada cuadro y darte a la fuga... La música cesó y los listones entrelazados en notas se rompieron dejándome parada ante la ventana debajo del magnavox, donde encontré mi propia imagen reflejándose en los cristales, con la mirada perdida... pensando en ti.

lunes, diciembre 22, 2008

"Por que la ruina trajo consigo,
y de la mano las musas..."
Enrique Bunbury
Por que las cosas cambian
Hellville de Luxe
2008

Invierno

Huntsville
LEE
A veces vuelvo a teclear la misma dirección para ver si modificaste la decisión tomada y ya podemos volver a leer tus letras, no encuentro nada. De verdad era ese momento del día en que me conectaba con mi otra vida, con esa vida de fondo doble como caja de mago que saca conejos y zanahorias o a veces minas o dragones de fuegos extintos. Ahora no te encuentro en estos momentos que tampoco quiero estar aquí y que no encuentro esa conexión con éste mundo etéreo de letras aladas y hadas que pisan con la punta de los pies las piedras llenas de barro y musgo... Mi escritor, mi monero francés, español, mexicano, pero por sobretodo potosino ¿dónde estás? ¿cómo te irá? ¿una de tus mejillas sigue apoyada en la banqueta? Me llegó tu carta y me he puesto a contestarla, pero me falta ese infranqueable instante en el que te encuentro revolcado en tus palabras, como para poder colarme en mi propio mundo, como si con la combinación descifrada de las tuyas, pudiera darme paso a las mías en mi propio laberinto...

miércoles, diciembre 10, 2008

Viento de norte II

El cielo se limpia con el paso del aire que inclemente, irrumpe y se cuela por todos los resquicios aunque no fuera invitado. Arrasa con cirrus, con nimbus, con estratus y limpia todo a la vez que lo inunda con su presencia... El viento del norte que tal vez no nazca aquí, pero que llega de aquí hasta el puerto revolcando con su ímpetu loco todo lo que toca, se cuela hasta ese cuarto obscuro de las sábanas revolcadas en diciembre, donde hacía frío, donde un viento como el de hoy soplaba por las comisuras del techo y la ventana, silvando suave como certidumbre de su paso. La luz era pobre y alcanzaba escasamente a rozar suave las sábanas, alumbrando apenas para que la sirena cogiera su cámara y dejara plasmado ese momento en el que deseaba un beso, en ese cuarto donde la sal se agitaba en el aire y la arena flotaba a su beneplácito y se estrellaba en remolino en las esquinas de la ventana...
El cielo hoy en cada uno de esos lugares se difumina en luz.
La escasa luz del atardecer en el desierto viaja en el aire como si fuese arena y alcanza a meterse en pequeños rayos en ese cuarto de hace un año en el puerto, donde la sirena quería un beso, donde las sábanas recién revolcadas traen hoy a sus labios esa gusto de sal que se estrella en remolino en sus comisuras, como la arena en la ventana...

Fotografías:
Arriba Atardecer en San Luis Potosí
Abajo Un cuarto en diciembre en Veracruz

lunes, diciembre 08, 2008

Cielo triste

Tal vez lo que esté pasando, es que haya una conexión especial entre el corazón de un gato negro exiliado y su cielo natal....
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