viernes, agosto 14, 2009

Con tremula voz, me dijiste esto en tu vida, te podría ocurrir, como hoy ocurre en la mía.

Taché dos días del calendario en que nos hicimos daño y quedaron 3.

3 Días encerrado sin ti, en mi propio metro cuadrado....

Y creo que va a empezar a llover y yo querré correr y correr y desaparecer....

Nacho Vega.

Letras de agua

Quisiera dejar correr la tinta por la hoja y plasmar de a poco tantas cosas que se van agolpando en el espacio de mi cerebro. Creo que empezaría describiendo el inmenso sueño que me daban las paredes de esa nave abandonada, el letargo que sentía entre el bochorno de la tarde y el calor de mis pensamientos; contaría lo trémula de mi carne en los días de verano donde el calor escurría en mi espalda y se condensaba por dentro tratando de apaciguar con suave oleaje mis pensamientos. Continuaría por decirte que me dolió tu ausencia, me dolió en el alma y también en la piel, necesitaba tus caricias (que nunca han sido), necesitaba tu cuerpo haciéndose uno al mío (donde nunca se ha hecho), reclamaría la falta de presencia (que nunca ha estado)…

Soñé que te aventabas conmigo de una montaña, agarrados de la mano y volábamos sobre el mar: sirenas cogían tu mano en suaves caricias de algas y agua salada, tú aferrabas la mía y sonreías.

Desperté y me sumergí en viajes lejos del mar, a miles de kilómetros sobre él, en ese gigante cielo del que roba su color… ¿robaría también la figura de aviones de papel si volaran en parvadas sobre él? Aventé un par por la ventanilla del avión.

Dormí en el aterrizaje y un maguey dormía bajo de mí al despertar. Las espinas no calaron hasta que me moví, por lo que de un brinco llegué a mi auto.

Iba contigo, pero tu ibas con tus pensamientos, con tus historias de enamorar mujeres de otros reinos y de objetos perdidos y recuperados –como aquella mujer que perdió su anillo en el mar y luego lo encontró- Yo quería estar, quería emocionarme contigo con la emoción de recuperar algo que se daba por perdido, pero cada cosa compartida me acercaba más a quererte como ya te quiero, como si entre la arena hubiera perdido a mi alma gemela y me hubiera convertido en sirena sólo para encontrarla: la tenía en mis manos pero al mismo tiempo mi alma seguía buscando sirenas de caricias embadurnadas de mar y labios de sal, sin querer salirse de mis manos. Éramos juntos, pero no éramos en realidad.

Entre el jaleo de la carretera a 120 y el oleaje dibujando círculos difusos de sal sobre la superficie, se apareció un mago y nos dibujó parajes lejanos en mapas que nunca habíamos visto, nos prometió sendas vías del tren que cruzaban océanos y llevaban almas gemelas a lugares anotados en listas amarillas, nos cobró la vida de un perro que de atravesar confundido vías rápidas pasó a nadar también pero entre nubes con burbujas de mar. Se lo entregamos, alma gemela y esa noche soñamos otra vez murallas, dragones y bosques de bambú.

Volví a despertar hoy en mi cama convertida de pronto en henequen y confundiéndola con cáñamo la prendí, en el intento de hacer nubes de gatos rojos y getaways a sonrisas, como arcos de metal incandescente en el atardecer. Conseguí llegar a ella, llegué a mi alma gemela y su sonrisa me llenó, como me llenó su boca sobre mi cuello cuando imaginó recorrer parajes dibujados por el mago… y me enganché –otra vez- en esa boca, en ese mi cuello, en esa sonrisa y sueños compartidos, en murallas y bosques de bambú que no han desaparecido de mi mente aún cuando el mago corrió con todo el botín, con nuestro perro que subió al cielo…. que no han desaparecido aún cuando sugieras que tienes que volverte a enterrar entre la arena y robar doncellas de nuevos lugares y yo quisiera sentir que no quieres aún soltarme de la mano.

Tal vez escribiría todas esas letras si no estuvieran enredadas con las algas del fondo de ese mar donde ahora estoy sentada escribiendo, donde mi a mi tinta se la lleva el oleaje y la página permanece en blanco.

martes, agosto 11, 2009

Dónde se puede tocar el cielo, sí el reflejo del agua se desdibuja cuando en la premura por llenarte de nubes perturbas su quietud.
Ajusco Agosto, 2009
El frío se resbala por las paredes de la nave y lame el piso para subírsete por los pies hasta la cabeza.
Es una imagen falsa por que estamos en Alabama y en Alabama hace calor. Sin embargo la atmósfera saturada de humedad condensa en tu piel, gotea en frío y escurre por tu espalda. Hay una nube poco perceptible a la vista, pero se palpa con los demás sentidos: huele a humedad, suavemente roza cada palmo descubierto de tu piel, escuchas su lento avance... no la ves, pero sabes que esta ahí...
Probablemente no sea propiamente frío lo que sientes y sea más bien el murmullo de eso que te envuelve lo que te hace sentir que la temperatura baja, cuando la lluvia no ha dejado más que bochorno, pero no lo entiendes, por que en tu cabeza ambas temperaturas no pueden existir en un mismo instante, por que la contradicción es tan grande y tan obvia que parece real de tan abrumadora ¿qué sientes mujer extranjera, qué perturba tu mente a mil kilómetros del lugar donde -por las noches- tejes tus sueños en hilos de maguey?
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