martes, mayo 08, 2018

Cuando nos destruimos los unos a los otros

Hace unos meses, en el 19/11 del 2017 tuve la oportunidad de ver a un México unido, comprometido por su vecino, con la compasión a flor de piel. Llenábamos de frases las latas de atún que enviábamos, cantábamos el Himno Nacional, corríamos las calles con herramienta, acarreábamos comida de campamento en campamento... y una de las ciudades más grandes del mundo se calló enterita, con la esperanza de escuchar el latido de un corazón...

En esos días que jamás olvidaré, hubo un periodista independiente en las filas de los voluntarios que me pidió le diera una entrevista. Recuerdo que su pregunta iba sobre qué es lo que México aprendia de estos días y yo dije con seguridad: Que merece un gobierno mejor, que nos estamos demostrando que podemos unirnos para tener un mejor país. No vacilé en mi respuesta, pero se me quebró la voz... porque lo decía con toda el alma, porque verdaderamente lo creía.

En los días pasados he recibido varios comentarios por Facebook de que si he corroborado la información que pongo sobre el tema electoral (cuando no la he corroborado que ha sido una sola vez), que sí apoyo a AMLO (cuando sí he corroborado la información, pero aún se duda sobre la fuente); que si soy una peje zombie o una chaira... y hoy me pongo a escribir éstas palabras -que siempre son y serán mi única arma- para decirles lo mucho que me apena ver los ataques que nos hacemos entre nosotros, por que sólo nos responde a la única cosa que ha logrado el poder: dividirnos.

Voy a votar por AMLO porque honestamente creo que si él hubiera sido el Regidor de la CDMX la gente que vive en la calle de mis padres, la gente a la que se le calló la vida encima, hoy, después de 6 meses tendría una casa. Sí, tal vez gracias a una medida populista (que además, es un dato que no puedo corroborar, por que no pasó), pero ¿saben qué? tal vez si le hubieran visto la cara desfigurada a la mujer que le llevé la última donación pensarían como yo. La había golpeado una indigente, que además se metió a su casa de campaña a hacer sus necesidades y le había robado todo lo que tenía para comer. La arrastró por el parque donde ella tenía la única casa de campaña por que en el otro parque ya no cabían. Tal vez si pensáramos en Graciela Sifuentes y su hija, violadas y asesinadas después de que el sismo les dañara su casa,  como si no fuera ella una académica de la UNAM y la otra una mujer que necesitara la protección del Estado, tal vez, si por un momento recordáramos lo que en un momento nos unió, seríamos más cuidadosos de descalificarnos.

Hay muchas cosas en mi corazón que no puedo olvidar, simplemente no puedo olvidar: Los 43 me siguen haciendo falta y los cientos de mexicanos que desaparecen todos los días; los 3 estudiantes que se disolvieron en ácido por hacer su tarea;  Odalis y su vestido colgando de los barrotes de una calle donde miles pasan y algunos mueren; tampoco a los niños con quimioterapias de agua de Duarte...
No puedo olvidar el eco de mis hermanos cantando el himno nacional por que habíamos recuperado un cuerpo muerto: para despedir a un mexicano, dijo alguno. No puedo y ¿saben qué? NO QUIERO. No le voy a dar mi voto al PRI jamás, por que no me importa mantener mi status quo, sino verdaderamente luchar por un cambio.

No creo en un Mesías politico, pero me duele la conciencia de votar por un PRI  y por un PAN que han violado a mi país. Y no, gracias a Dios la casa de mis papás no se cayó, no tengo estudiantes muertos en mi familia, y hasta hoy gozamos de buena salud.... Pero me dueles México, me duele saber que todos los otros candidatos, cuando tuvieron la oportunidad, ocultaron a Duarte, le clavaron a México la espina del gasolinazo ¿o ya se les olvidó también cuando no había gasolina en SLP por días?  Yo salí a marchar, no porque no pudiera comprar la gasolina a $20, sino por la responsabilidad de saber que cada vez somos menos los que podemos.

A todos los que lean esto les pido dos cosas. La primera es que recuerden quién es la persona a la que cuestionan y descalifican y recuerden que el Facebook es eso, Facebook. Si quieren leer datos "confirmados" lean el periódico (bien sabemos que de toda información habíamos de dudar). Todos tenemos la responsabilidad de poner la mejor información de la que dispongamos, pero si no lo hacemos, lo único que podemos, es recordar cómo nos conocimos y por qué vale la pena seguir leyendo y viendo a la otra persona. Al final, no será ni Peña, ni Meade, ni Anaya, ni AMLO, quien venga a levantar un ladrillo sobre tu cabeza cuando se caiga tu casa, pero tal vez tus amigos sí. Tal vez tus vecinos sí.

La segunda es, recordar, que todos los gobiernos nos han traicionado y no hay ningún candidato que nos pueda salvar como país, sólo nosotros y creo yo -muy humildemente- que haciendo varias cosas: preparándonos, LEYENDO, teniendo una opinión por nosotros mismos de tal forma que las campañas mediáticas no nos confundan. Seamos las personas que queremos que los otros sean, que les exigimos que sean (levantar/separar/no tirar basura, usar menos plástico, sembrar árboles, dar el paso en la calle, manejar con responsabilidad.... ustedes hagan su propia lista).

También creo que podemos practicar el respeto y la compasión. No sólo respetando que el otro vote por alguien a quien yo odie, sino también con la persona que en el alto te pide que compartas lo que tienes...

Ojalá el reinado de Peña Nieto nos hubiera habierto bien grandes los ojos y también el corazón. Aún lo creo posible. Escribo todo esto porque también lo creo mi responsabilidad. Hace unos días, dentro de esos comentarios le dije a una amiga querida: "Sé que las dos queremos lo mejor para nuestro país" y eso es lo que importa, no sí yo voy a votar por AMLO y ella no. Lo que importa es que más allá del voto hagamos todo lo que mejor pensemos para nosotros y para los otros, y eso, eso también lo hace ella y lo hago yo. Escribo estas palabras no porque desse convencer a nadie de votar como yo votaré, pero sí para decirle a todos que aunque haya esa diferencia, en mí no cambia ni el cariño que siento por ustedes ni tampoco el respeto. Finalmente, escribo, para darle a mi conciencia paz, para no callarme, para recordar y recordarnos y no seguir construyendo un país que se traiciona a sí mismo.

Gracias por leer y gracias también por respetar,
Mary
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