viernes, julio 23, 2010

Escribo hoy bajo el abrigo del cielo que con tanta agua agita mis pulmones y sale sibilancia, que no bien alcanza para tener pensamientos sibiles (sic) que de proféticos y sabios no tienen nada.

Creo que poco a poco mis piernas dejaron sus escamas y la sal se sigue desparramando por donde quiera que dejo mis pasos. Si me detengo un momento se hace un montoncito. Los pájaros se acercában en un principio atraídos por ese rastro blanquecino que iba dejando, pero al aproximarse huían despavoridos, con el regusto de esa sal de mi alma que dejó al mar tras de sí.

Es bueno que ya los pájaros no se detengan tras de mi en medio de la calle. De por sí es muy penoso cuando las madres se detienen para avisarme que se me esta regando la sal. Yo nunca les explico que no traigo rota una bolsa de sal, por el contrario les enseño una bolsa vacía que suelo cargar en mi bolsa izquierda, junto con las monedas para tomar el autobús.

Mi amiga Victoria me ha dicho que podría hacer negocio con esa sal, pero la vez que intenté sasonar la comida con ella, todos los comensales se pusieron a llorar hasta el tuétano. Además tengo la esperanza de que ese derramamiento de sal se pause y ¿qué haría yo con tanta gente a la que prometí sal y a la que ya no le voy a poder cumplir?

Los días de lluvia son buenos por que el rastro de sal se hace invisible. Es casi mágico sentarse a ver cómo se disuelve la sal en el agua, cómo dibuja sutiles círculos blancos, cómo desaparece a los ojos... Los perros también han dejado de ladrar tras de mi, pero en los días de lluvia se van detrás, lamiendo la mezcla salina que dejo a mi paso. Sólo se quedan hasta que la lengua se les quema y se van corriendo dejándola colgar por fuera del ocico. Hoy es uno de esos buenos días por eso estoy sentada aquí, dejando que las gotas de agua me laven las piernas desde arriba y que la sal no deje montoncitos mientras hilvano letras.

jueves, julio 08, 2010

Bicla

Por fin en mis manos, la brainstorm de Turbo y 7 kilómetros de pista para subir y bajar, la humedad en el ambiente. El paisaje es todo tuyo. No hay un sólo lugar en rededor que no haya sido tocado por el agua: los pedazos de fierro resuman óxido y las piedras y troncos forman líquenes... si callas y pones atención puedes escuchar su murmullo, te estan hablando. Te cuentan historias que han sido arrastradas por el agua. Son historias de pueblo, con olor a leña y ese aire que tiene perlas de agua por todos lados. La humedad se te mete en el cuerpo y le cuenta historias también a tus venas... El aire alborota tu cabello y por momentos te llega también el aroma de las plantas que desnudas le entregan su aroma al viento. Eres expectador, pero también eres parte de... lees los trazos de historias que ahora juegan dentro de tu pecho y escuchas la música del aire entre tus dedos... Poco a poco las letras y notas van remendando los trocitos rotos dentro de tu cuerpo y al llegar al río, con su murmullo eufórico, sientes el alivio...

Lejanía

Daniel!!! ¿vas por mi?
... Esta noche esta bonita, vuelve, a lamerme la boquita....

martes, julio 06, 2010

Florence-Muscle Shoals bridge, May 2010
I've always wanted to take this picture, to stand on this bridge, to walk this path... I've always wanted to crimp my fingers on this fence and feel the sun drawing rhombus on my face. When I was there, the ink of the drawing was warm strips and the sun made tender strokes not only in my face but in all my body, he was about to set and the breeze from the river was still warm. I wanted to stay and ride a bike across the bridge watching the main treads passing me by, I wanted to sing, I wanted to yell, I wanted to close my eyes, silence my self and listen to the wind blow trough my fingers...
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