miércoles, febrero 04, 2009

Niebla

Estaba en el cerro y la niebla subía de apoco escalando despacio como lo haría un viejo, pero grácil, como lo harían los pies de un hada brincando entre las ramas de un árbol cubiertas de musgo.

Se cuela entre los pequeños resquicios que han dejado las piedras entre la tierra; etérea, roza el musgo húmedo dándole vida con su beso; húmeda lame las rocas dejándolas resbalosas, adormiladas...

Ávida de calor, se mete en mis pulmones y al besarlos se expande y no quiere salir más, me inunda e incesante va envolviendo mi cuerpo queriendo tomar mi calor. Me relame con su humedad, recorre mi piel con sus dedos dejando regalos que ha recogido de la tierra: me embarra de polen y llena de líquenes mis orejas, me deja un gusto de huizache en flor en la boca y me perfuma con las gotas que precipita de las flores que toca a su paso.

Celosa, disputa contra los rayos del sol por poseer ese mi calor y se hace espesa, se cierra y no deja a mi vista desviarse a algo que no sea ella cubriéndome, resguardando mis pestañas con su curiosa humedad que se condensa en gotas...
Me llena, no me deja ir y cubre mis ojos con su hermoso color de nube, colma mi vista de cielo...
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