miércoles, diciembre 10, 2008

Viento de norte II

El cielo se limpia con el paso del aire que inclemente, irrumpe y se cuela por todos los resquicios aunque no fuera invitado. Arrasa con cirrus, con nimbus, con estratus y limpia todo a la vez que lo inunda con su presencia... El viento del norte que tal vez no nazca aquí, pero que llega de aquí hasta el puerto revolcando con su ímpetu loco todo lo que toca, se cuela hasta ese cuarto obscuro de las sábanas revolcadas en diciembre, donde hacía frío, donde un viento como el de hoy soplaba por las comisuras del techo y la ventana, silvando suave como certidumbre de su paso. La luz era pobre y alcanzaba escasamente a rozar suave las sábanas, alumbrando apenas para que la sirena cogiera su cámara y dejara plasmado ese momento en el que deseaba un beso, en ese cuarto donde la sal se agitaba en el aire y la arena flotaba a su beneplácito y se estrellaba en remolino en las esquinas de la ventana...
El cielo hoy en cada uno de esos lugares se difumina en luz.
La escasa luz del atardecer en el desierto viaja en el aire como si fuese arena y alcanza a meterse en pequeños rayos en ese cuarto de hace un año en el puerto, donde la sirena quería un beso, donde las sábanas recién revolcadas traen hoy a sus labios esa gusto de sal que se estrella en remolino en sus comisuras, como la arena en la ventana...

Fotografías:
Arriba Atardecer en San Luis Potosí
Abajo Un cuarto en diciembre en Veracruz
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