jueves, julio 28, 2011

-¿Para quién escribes?-

Te escribo desnudo en el cuaderno de viaje y me asalta el pensamiento tantas veces rumiado de quién abrirá esa libreta y te encontrá debajo de mi oleaje. Te descubro letras cargadas de miel que destilan distancia y gotean deseo en los márgenes de tu cuaderno amarillo. -Las letras son poderosas- te digo sin voz y escuchas mis palabras en la reververación de las sábanas que mezclan el roce de esas noches gitanas y ahora marinas y mañana días cuyas noches no son sino repeticiones de días y repeticiones de noches donde deseo es el golpeteo constante de una pelota que va y viene en un juego de pingpong. Es como estar en frente de un espejo y uno esta parado frente al otro. No quiero ser tu Maga. El papel fue audicionado y otorgado con anterioridad. Además, a mi no me encontrarías en un puente cualquiera, de una quai aleatoria en un país al otro lado del mar. Por eso se nos cruzaron los caminos antes, cuando de todas maneras no podríamos seguirnos, por que los caminos cruzados nunca han sido paralelos. Uno no puede contarle letras a ese que ve en el espejo, por que las letras le regresarían y le atravezarían el corazón. Aún cuando el que este adelante no sea tu reflejo y encuentres ahí al otro, justo en la intersección de caminos. No puedes ponerle voz a las letras, volumen a los gritos, tacto a las caricias, se atorarían y acabarías dando al traste con la imágen. Por eso, cuando le pones letras a los aromas, tinta a las tonalidades de la voz y borras con aguarrás el cuadro perfecto del recuerdo, te das cuenta que escribiste- desde siempre- para ti.
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