lunes, julio 18, 2011

Acostada en el hueco que la noche hace en mi cama, no me quiero levantar. Ora cruzo la pierna, ora me mezo con ella, ora me estiro todita, piernas, brazos, cuello… me empujo con las manos sobre la cabecera y mis pies quedan fuera de la cama. Afuera escucho a los pájaros que siempre plagan los relatos que -al rededor de mi casa- le cuento a los demás… Bajo una carpeta bordada sobre el buró derecho de mi cama guardo un montón de hojas, atiborradas de letras que por las noches cuentan historias: un amor inconcluso y una pasión que nadie entiende; un par de letras que si eran para mi, aviones de papel para alcanzarme al otro lado del Atlántico, planes de manutención para escritores errantes y, encima de todas esas letras, guardo un par de rayas negras que suben desde el tacón rojo que calza mis pies, se dibujan por atrás de mis pantorrillas y se cuelan por debajo de mi falda, preparándome para ir a bailar danzón.
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