lunes, noviembre 23, 2009

La voz al otro lado de la línea definitivamente sabía el camino más corto por el cual entrar a mis comisuras e inundarlas de su voz.

Había memoria en las palabras, había recuerdos en los bordes de las letras que se dicen y el cuerpo empezó a recordar. Mis dedos se entrelazaron en el hilván de seda que unía a las palabras, se enroscaron halaron un poco hasta sentir su resoplo derramándose en el cuello.

Se zafaron las aldabas, se cimbraron los dinteles de ventanas y puertas, sin embargo no pudiste entrar. Prometiste volver al día siguiente y me alegro de que no lo hayas hecho pues tu voz ya había hecho un boquete por mi puerta. Me diste miedo, cimbraste también mi vientre, mariposas de fierro, mariposas de locomotora empezaron a rugir en mi interior.

¿Se salió acaso la locomotora del riel? Creo que esperaba que tus dedos recorrieran mi cuerpo para desbordarse, para terminar de recordar caminos ya labrados, actos repetidos como ecos en la eternidad de mis adentros. No, no se salió del riel y por lo pronto sigue echando su humo al sur,

heading north...

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