lunes, mayo 21, 2012

El capítulo primero



Empecé el día con los dedos tibios.
Recordé el capítulo donde la sirena va a la orrilla de la playa y su piel arrugada y gruesa recibe toda la brisa del mar.
"...No había premura. Ella escuchaba el rugido de las olas rompiendo en la costa y evocaba sonidos del pasado, voces que con el tiempo se habían endurecido y sonrisas que permanecieron. La sirena sólo se guiaba por el sonido el mar, descifraba los murmullos y los mensajes que las olas le traían de otros mares, del mar que reconoció como el suyo después de tanto andar, de tanto meter los pies jóvenes y luego maduros en los 7 mares del mundo... con las manos aún resistentes tomó su larga trenza y echó su cabello al vuelo. No podía ver, pero sentía el poder del aire entre esa extensión de su ser que a pesar de la edad, seguía ennegrecida...."

Recordé éste capítulo en especial por que es donde la historia termina ¿o es acaso donde empieza? No preciso si es historia circular o en espiral, siempre me ha gustado dar una probadita del final, pero conservar la magia durante el desarrollo de la historia.

Empecé con los dedos tibios y recordé la historia con la gana llena de letras, de saber que los renglones se escribían en ese momento y que la tibieza se debía no sólo a haberse llenado de mi propio sexo sino también al ejercicio de escribir. Llevé los dedos ante mis ojos y les ví llenos de tinta y les olí a guayabas sembradas cerca de la costa, les respiré salados y blanquecinos y les leí las letras manchadas de tiza de una rayuela que había dibujado en el piso, que se despintaba con el ir y venir del mar y que se localizaba en un punto indeciso entre tierras separadas por el Atlántico....

Empecé con los dedos tibios por que en el ejercicio de escribir esta historia que no he decidido empezar, te puedo encontrar aún, naciendo y envejeciendo al mismo tiempo, tomando pieles endurecidas por el tiempo y poniéndote pieles que llevas hoy: negras y crespas. Elijo escribirte por que a la falta de tu cuerpo, -pero más allá, a la falta de ti-, no le quedan sino letras a las ganas y tibieza a los dedos que dibujan con tiza las letras dichas y las rayuelas jugadas y se afanan a la permanencia, al remoloneo, ¿acaso al cosquilleo? que se queda en los dedos cuando, en vez de comerla, se meten a la fruta fresca con el sólo afán de sentirla...
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