Finita

Veo hacia abajo y veo mis piernas, me fijo en los dedos de mis pies. Hoy están desnudos, un poco fríos. No hay pintura en mis uñas... muevo los dedos como si respondieran a un saludo imaginario que me hago al verlos. Encuentro ese movimiento gracioso y les sonrío.

Subo mi vista un poco y me encuentro con mis senos. Los toco y siento su piel suave... Estoy viva y siento mis dedos tocarme por fuera y siento también, la caricia por dentro. Cierro los ojos y pienso en mi finitud, en los límites escritos en los bordes de mi piel, dónde numéricamente termina mi cuerpo, me detengo en cálculos de la integral que dibuja la curva de mi cintura, en la medida de mi cadera, en la firmeza de mis piernas... y no puedo evitar tocar mis costados con las manos abiertas... estirándolas, abriéndolas, abarcando el todo de mis dedos.... tomo mi propia piel, la aprieto.

¿Termina mi cuerpo donde mi piel morena dibuja curvas y sube líneas y esconde contornos y redondea comisuras? Me hablo a mi misma mientras siento bajar sangre entre mis piernas, esa gota que de dentro se desprende y moja... y escurre...

Y me cuenta, casi susurrando que éste cuerpo que estoy midiendo, que toco en sus límites, esta hecho para dar vida y me dice que podría cambiar, abrirse, crecer...  Y aún más quedo me cuenta que aún no ha albergado vida, mientras otra gota de sangre se hace camino y mancha ahora mi pierna.

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¿En realidad qué tan finitos somos? cuánto duramos, morimos cada día tratando de reponernos y entonces volvemos a nacer, producimos células y crecemos en tejidos nuevos y suaves reponiendo piel en las cicatrices y más allá del cuerpo las cubrimos de miel y de sensaciones nuevas, las curamos con sueños y promesas frescas, ¡que maravillosos que somos! que increíbles cosas que creamos... pensamientos que se meten en remolinos por el ombligo y hacen cosquillas.... Y sin embargo, finitas....