miércoles, noviembre 09, 2011


Te tomé de la mano y me eché a correr contigo.
Primero corrimos, fuera de la vista de todo el mundo y cuando por fin entramos al bosque que termina en la playa y sólo árboles nos rodeaban, me empezaste a desnudar... dedos fríos recubiertos de sudor enfriados por el aire de la carrera. Mil piel ardía. Aunque tus dedos se atoraban entre los ojales de mi blusa, tu y yo no dejamos de andar, era extraño meterse entre la piel del otro y seguir andando. Estirones entre caderas y espaldas, entre cabellos y susurros de árboles, de voces, de bosque, de mar. Llegamos desnudos a la orilla del bosque y también a la orilla del mar. Estábamos jussto en medio y decidimos parar. Sabíamos donde estábamos y nuestro rededor nos gritaba murmullos de olas y de sal, no veíamos nada, pero nuestros ojos.
Me besaste y todo seguía en su lugar fuera, pero miles de mariposas empezaron a volar dentro.
Los contornos del cuerpo desdibujaron el cielo y las siluetas de los árboles, borraron arena y ésta se confundió con los límites del cuerpo, de un momento a otro estábamos tendidos sobre en la arena, haciendo millones de figuras, esparciendo la humedad de nuestros cuerpos, de las olas que apenas tocaban nuestros dedos de los pies... No había forma para dos cuerpos que han borrado sus contornos y se revuelven entre arena y espuma, entre besos y mar...
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