martes, enero 17, 2012

Chuva

Y empiezo otra vez.

Estos días de verano por debajo del Ecuador se antojan más calurosos, pero son húmedos y nublados, casi fríos en las sombras donde el viento te acorrala contra la pared, detiene tu paso, lo hace lento... piensas que pronto la chuva te va a cubrir y llegarás ensopado a donde vas, por eso vas lento, como si con ello pudieras sólo susurrar tu paso y no mojarte...

La humedad te va cubriendo aunque no haya caído una sola gota. La tierra ya huele a mojada por muchas otras lluvias, a pisada por muchos otros pasos. De alguna manera ya estas mojado por dentro y también se te escurren las gotas de otras lluvias, las sientes como si hubieras tomado un vaso de agua en medio de una sed inmensa, se vuelven parte de ti, te abrazan por dentro...

Te veo, sigues caminando y sientes cómo el agua sigue su camino hacia abajo de la calle por medio de tus pies, aún no llueve pero ha comenzado a salir de ti. En algún otro momento te sentirías al borde del pánico al ver cómo tus dedos descalzos se van convirtiendo en agua y luego tus piernas, pero sigues tu paso por que la saturación es tan placentera que no concibes diferencia entre el agua y tu ser, te entregas a esa sensación de no estar limitado por las paredes de un cuerpo y disfrutas las caricias que el agua te va haciendo en la piel, como suaves lenguetazos, como si te lamiera para sí, sonríes...

Un atronador relámpago cruza el cielo y la chuva empieza a caer como si el cielo mismo estuviera desplomándose. Te busco, pues te he perdido en el momento que el trueno me ha hecho voltear a ver el cielo, pero tu ya no estás.
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