martes, enero 17, 2012

1253

Abro la puerta del cuarto. Ésta vez es un doceavo piso, habitación 1253. Sin más empiezo a dejar en el piso todo lo que tengo: laptop, blusa y me saco los zapatos aventándolos, remuevo mi falda con furia y voy dejando un rastro de ropa hasta llegar a la ventana, la abro y las patrullas me hacen recordar que estoy en Sao Paulo... han sonado sin cesar todos los días y las noticias anuncian decomisos de narcóticos y capturas, violencia que se pinta de rojo y que rememora el lugar de donde vengo. Con éstos últimos pensamientos me despojo de lo que ha quedado y me quedo en bragas, esas con el detalle de encaje en la cadera que dejan ver mi piel por debajo del entramado de la tela. Camino un poco, sin el resguardo del sostén y siento la gravedad tomándome los senos, acariciándoles después de un día de trabajo y de estruje. Me acuesto en la cama y dejo que la gravedad termine por acomodar todo lo demás de mi cuerpo, mi cabello yace revuelto sobre la almohada. No quiero que se lleve mis pensamientos, los cuartos de hotel les agregan un dejo erótico y les permito entonces que sus cosquillas me acaricien la piel, que su humedad lenguetee en mi entrepierna, que se me metan dentro y me lleven lejos, ¿o será aquí mismo? a ésta cama que hoy se cubre de verde, a éstas sábanas blancas que antes han sido rojas y vuelto a ser blancas de nuevo. Me pierdo en el vaivén de mi propia cadera y mis manos ansiosas de encontrarme en el ritmo de mis palavras que en português me van diciendo levar me, María, levar me...

1 Comments:

Blogger FEROGUZ said...

Me llama la atención que toques 2 temas: violencia y sensualidad.. será que hay un sentimiento en ambos casos??.. has una nueva entrada con la foto de la ventana de tu cuarto.. quiero ver el panoráma y tráfico de Sao Paulo..

10:03 a.m.  

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