viernes, julio 29, 2016

San Martín


Tuvimos que velarla ahí. Sin una sola veladora, sin una flor ¿pues de dónde sacábamos?
Una señora me regaló la sábana con la que envolvímos su cuerpo y la mandó bendecir. El padre no me cobró la misa. Él no me cobró y fue hasta la tumba a bendecirla. Cuando revisé las cosas que nos trajimos del hospital me encontré una estatuilla de San Martín de Porres, que se había venido entre su ropa.


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