lunes, octubre 29, 2007

Hace muchos muchos años en un reino junto al mar (Veracruz) existía una princesa que venía del mar. Muchos astros la llamaban la sirena varada por que se había salido del mar en busca de cumplir un par de sueños sin lograr aparentemente nada más que atascarse. Efectivamente sus piernas habían tomado la forma humana de piernas, le habían brotado serpientes en vez de su hermosa cabellera y dos pares de alas le crecían cada 28 días, y digo que le crecían por que de vez en vez, ella decidía cortárselas... Una aureola sólo visible para ciertas personas, aparecía de vez en cuando, y volvía a desaparecer cuando lograba hablar con alguien invisible o cuando veía un nuevo espíritu. Un día se encontró a un santo en un lugar verde, húmedo y extraño al que la habían llevado sus nuevos pies. El la nombró Camembert. Ella no sabía que su nuevo amigo santo la llamó así por el peculiar olor a queso que le emanaba de todas partes. El no sabía que no era a queso, sino pescado lo que olía. Amigos se hicieron. Solitaria Camembert, con tu amigo santo en aquél lugar extraño en el que guarda sus boquillas para tomar mate, soñando que te piden hacer requisas para encontrar boquillas de plata en la casa de algún tipo culto. Soñando con volver al mar, entre arena y espuma, soñando con desvararse a cada paso sobre el asfalto...
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