miércoles, febrero 07, 2007

El golpeteo de la ventana en la pared lo despertó.
Sacó sus tibios pies de la cama y caminó descalzo por el frío piso, dando tumbos, hasta llegar a la ventana.
Por dentro se veía que la persiana estába cerrada y no notaba las puertitas estaban sueltas, pues afuera había una negrura poco usual.
Se asomaba por los huecos de la persiana pero no notaba que era lo que golpeaba, hasta que parte del frío viento del norte se coló silvando por un hueco que había dejado una tablilla rota. Notó que las puertitas estában abiertas, entonces dirigió sus manos al pasador que mantenía cerradas las persianas, y justo en el momento en que sus dedos tocaron el frío del metal, escuchó fuera el extraño canto de un ave.
Un escalofrío recorrió su espalda y sus manos se retiraron de inmediato del frío pasador. En un instante vinieron a su mente las imágenes de las cientos de historias que le habían contado de niño, y recordaba que en ellas, algunas brujas toman el cuerpo de aves extrañas y lanzan cantos en la noche, acechando a los hombres...
En un santiamén volvió a la cama, se tapó con su zarape hasta la cabeza y decidió ignorar el golpeteo en la ventana y volver a dormir.
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