Yo rumio, tu rumias, el ...

Me aferro a mis notas como si fuera lo único que me diera certidumbre, como si esa lista de cosas que ni siquiera anoté en mi agenda, me pudiera llevar de apoco a completar la lista, a no tener más retrazos a quitarme el estrés de encima, a que pasen las tres semanas y ya haya viajado y no haya tenido que preocuparme de las cosas mundanas: no más ropa que lavar, no más maletas que empacar, no más amigos que visitar antes de irme.... Me aferro a esas pequeñas hojitas y las acomodo como si fueran mi conexión con la tierra para no perder el hilo de mis pensamientos y empiezo a tarearear: a placer, puedes tomarte el tiempo necesario... Luego la oficina de tránsito y la mujer a la que le pregunto por qué no se cuestiona a sí misma la validez de pedirme papeles que en verdad no necesito presentarle. Una sola respuesta: -Eso, señorita, es ir contra la corriente, ¿para qué quiero yo ir contra la corriente?- Una respuesta que mata mis intentos de réplica. Luego mi silencio mental y el zumbido que queda rumiando en la cabeza con una insistente pregunta ¿Por qué quiero yo siempre andar haciéndole ver a las personas qué está bien y qué esta mal y cuándo están cayendo en el conformismo? -¿Pa' qué?- ¿Con qué chingado derecho?- me rumia en la cabeza. Luego el estertor del disco que grabé la noche para tener qué escuchar en mi travesía por la ciudad, la agonía de Ely en su playa, la muerte de Enrique en su canto....

Canto por que me levanto siempre con las mismas penas,

con las heridas abiertas, que siguen sin cicatrizar....

Luego la oficina y mi listita de cosas por hacer, los e-mails por contestar, los gastos por comprobar... y en mi cabeza el murmullo de mi cerebro rumiando mis notas, mis pensamientos perdidos, mis canciones dolentes, mis deseos de estar dormida sin rumiar mis sueños, sin el rumiaría de un condicional simple o pospretérito que no existe en mi presente...