El cabello se le rizó una vez más a la Sirena.
Ya tenía rato que lo traía lacio y las estrellas de mar se le resbalaban sin rizos a donde aferrarse. Por más que se ensortijaba caracoles y se embadurnaba coral, el cabello se le caía lacio hasta la cola.
Y fue de repente, sin anunciar, que la marea le trajo lo que el mar le había quitado y la espuma se le subió en borbotones a la piel, al pecho, al pelo... aunque no le tocó el corazón...
Ya tenía rato que lo traía lacio y las estrellas de mar se le resbalaban sin rizos a donde aferrarse. Por más que se ensortijaba caracoles y se embadurnaba coral, el cabello se le caía lacio hasta la cola.
Y fue de repente, sin anunciar, que la marea le trajo lo que el mar le había quitado y la espuma se le subió en borbotones a la piel, al pecho, al pelo... aunque no le tocó el corazón...
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