lunes, enero 26, 2009

Breve espacio...

La bruma de la mañana aún no se ha despejado y el rocío lo cubre todo. La piel desnuda de tu hombro parece fría pero no me atrevo a tocarla por miedo a despertarte. Te ves tan plácida, como si soñaras con algo bello. De vez en cuando tu balbuceo incide en mi idea de que aún estas dormida, pero es sólo que no puedes evitar hablar dormida y contarme tus secretos. Tu cabello negro reposa en la almohada en su maraña matutina y mis dedos la acarician despacio para no despertarte... El sofá no parece el mejor lecho pero a ti no parece importante, ni siquiera reparas en mi prescencia, no sabes que estoy aquí. Por la ventana un petirojo te observa con sus pequeños ojos negros y mueve su pequeña cara de la tuya a la mía y comienza a trinar. Su suave canto parece despertarte, abres los ojos esbozando una sonrisa, acurrucándote en la cobija y cubriendo tu frío hombro que no alcancé a tocar. No me ves, yo no estoy ahí para ti, pero yo sigo aquí contigo...
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