miércoles, enero 09, 2008

Rompen, las olas del mar

En una Veracruz que pocas veces se ve, un poco silente, un malecón neblinoso, y la calle despejada, sin autos pasando con sus músicas a todo volúmen, a la izquierda los hoteles iluminados, en frente el destello quebrado de las tiendas muertas, esperando que llegara el día para parar de desgastarse y darle paso a la luz del sol... Ahí sentada yo, en la pequeña pared de cemento que separa el asfalto de la arena del mar, viendo como se dispersaba la gran luz de los comercios por la neblina, a mi espalda el sonido de las olas rompiendo contra la orilla... Todo en silencio, menos mi mente, todo moviéndose, creando sonidos,
menos mi mente...
Y entre tanto ajetreo mental, entre la reverberación de sonidos y pensamientos, me di cuenta de que estaba viendo al lugar incorrecto y que no debía ver tiendas, ni asfalto, ni carros pasar con su radio silente, sino el mar, confundiendo su horizonte en la oscuridad de la noche y dejando ver destellos de barcos lejanos, del faro que rodea su cuerpo con luz abrazadora, con destellos fugaces que al terminar de pasar por tu cara sabes que va a volver, bañándote de luz en su eterno baile circular... y no tuve que cerrar los ojos para llenarme del mar, sólo tuve que voltear y dejar de ver lo que estaba viendo, para inundarme de la espuma que se regresa en el galope de las olas contra la arena.
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