Dichoso el cochecito
-¡Dichoso su cochecito! -
Dijo la Señora delgada, delgadísima hasta los huesos.
No se refería al hecho de que tuviera un carro y que ella tuviera que caminar.
No se refería al hecho de que tuviera un activo como parte de mi "riqueza"
Tampoco a que hiciera mucho sol y que el bendito carro nos protegiera del sol
En realidad, lo que esa lánguida señora con el cabello estropeado, un rosario azul en el cuello y la camisa regada de refresco recién vertido quería decir, era que el carro era dichoso, por que nos ofrecía ese lugar preciado en el que podía poner mis piernas a orcajadas sobre las tuyas, rozar mi pecho en el tuyo y besarte con un poco de desenfreno y con la pasión de tres días de antojo, justo a las 2 de la tarde con 40 minutos...
Dichoso el cochecito donde estábamos....
Lo único que no sabía era que el carro no tenía aire acondicionado (clima en jarocho)
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