Anoche

Anoche te colaste otra vez en un sueño. Era un sueño ajeno, era de noche.

En un vistazo te vi sentado con una mujer en una banca, sentí algo en el estómago, una presión leve y a pesar de que algo apremiaba que regresara pronto al interior, me dió tanto gusto verte que lo olvidé.

Tu rostro estába bañado en luna....

Ella te hacía cariños, ¿yo? estaba celosa, celosísima.

Me acerque y los saludé. Te besé en las mejillas, me senté a tu lado.

Tenías un café en la mano, todavía tenía espuma y te llenabas las comisuras con ella.

Te pregunté con una sonrisa que dónde estabas.

Sabía que estabas en París,

no sabía que hacías ahí, en mi sueño,

en esta noche tibia,

y sobretodo, con esa mujer

¿qué no era mi sueño?

¿Está permitido sentir celos en los sueños?

¿sentirlos por tus amigos?

Tu sólo sonreías como adivinando mis pensamientos

como sabiendo que yo no estaba en París,

que sólo estabas tú,

como adivinando que ambos nos encontrábamos en un sueño

llenando las comisuras de tu boca con la espuma del café.

Te preguntaba por los boletos,

¡ah si, los boletos!

y me acercaba a tu oreja para decirte algo

pero las palabras se transformaron en otra cosa

pues tomaba con mis labios primero tu lóbulo

después tu pabellón...

después tu pabellón,

Ahora tu lóbulo...

después cerraba mis ojos para tomarte dentro de mi boca

¡Ah si los boletos!

¡Ah si, la mujer a un lado tuyo!

¡Ah si, esto es sólo un sueño!

Aunque tal vez, hoy tu también estas soñando conmigo...