miércoles, febrero 14, 2007

im ed ozadep

Bajaste de tu cama, te empujó el miedo.
Caminaste en la oscuridad de tu cuarto pisando las baldosas frías y lentamente abriste la pesada puerta de madera que enrarecía el aire de tu habitación y saliste al pasillo. La idea de que la obscuridad te abrazaba arremetió en tu mente, pero no te importó, caminaste igual.
Llegaste a mi cuarto y empujaste con fuerza una puerta igual a la que enrarecía la atmósfera de tu cuarto, ésta enrarecía el mío. Me llamaste quedo por mi nombre, me pediste que te hiciera un espacio en mi cama caliente. Tu voz me despertó y yo, silente, abrí las cobijas de mi cama para dejarte pasar, y que te acurrucaras junto a mi, a tu antojo.
Sin pensarlo, dejaste en el piso tu cobertor de obscuridad y frío que traías sobre los hombros y te metise al lado mío, voltéando hacia la pared.
Me pediste que te tapara bien, pues tenías frío . Te cobije y me acerqué mucho a ti, sentí tus pies fríos, tus mejillas frías, tu nariz fría.
Tú, me dabas la espalda, pidiéndome que me acercara a ti, que te abrazara. Te abracé, te cobije en mi seno para después entregarme al sueño contigo sin olvidar que mañana debía levantarme muy temprano, antes que todos, para enviarte con los primeros albores al tu cama y guardar nuestro secreto mañana, cuando fuera a levantarte para que fueras a trabajar en otro lugar, en otro país, hablando otra lengua...
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Mexico License.