domingo, noviembre 26, 2006

Estaba triste. Tal vez por no poder encontrar algo en aquél lugar que le hiciere tener un sentido de propiedad, de pertenencia... sólo había penumbra a pesar de que era aún de día y ésta se debía a que la pequeña ventana estaba tapada con mascotilla, implacable, sin dejar la luz colarse. Quería encender la luz, pero aún así, no habría nada que le hiciera sentirse menos triste. En vez de eso, prefirió recostarse en la cama prestada y pensar en las personas que estaban lejos, en especial en aquella cuya lejanía le dolía, le asustaba, pero cuya cercanía le atemorizaba aún más... Al principio, cuando él le decía que si le tenía miedo, ella siempre contestaba que no, pero, después, cuando las preguntas ya no eran tan frecuentes, empezó a temerle, hasta que él dejo de preguntarle. No se le ocurrió, hasta ese momento que, tal vez, él había dejado de preguntar advirtiendo una posible respuesta afirmativa. Pero ésta última idea afirmativa, fue sepultada por el recuerdo de las ocasiones en las que ésta pregunta venía a colación. Siempre ocurrían en la penumbra o en ocasiones, durante sus sueños, pero, de alguna forma, él siempre lograba decirla de tal manera que su cara estuviera siempre oculta tras una sombra, como si dependiendo de la respuesta fuese a transformarse en algo que escapara de esa obscuridad tan similar a la habitación. Quedó con éste último pensamiento antes de girar, acomodándose en la cama, como si quisiera dormir aunque la verdad era que no tenía sueño y sus ojos se lo advirtieron, resistiéndose a cerrar. Tampoco tenía hambre ni sed.... Le extrañaba y no entendía por que su cuerpo lo traducía en lágrimas... Tal vez por que éste era el lenguaje de los sentimientos que no caben en el pecho y buscan, como obuses, salírsenos por los ojos. Pensaba en todo ello aún más rápido de lo que podía analizarlo, hasta quedarse dormida....
Cuando despertó comprobó que tan cierto es aquello de que
la tristeza te hace dormir aún más efectivamente que el té de tila
-¿Por qué no habrá nada para calmar la tristeza?- pensó
-Tal vez para eso es el café-
dijo en voz baja
mientras pensaba en voz alta y miró alrededor
dándose cuenta de que ya era de noche.
Decidió encender la luz, para espantar los demonios y
siguió leyendo.
Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 2.5 Mexico License.